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por Fernando Castro

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Menina do Sapato
Menina do Sapato
© Geraldo de Barros

 

La primera vez que vi  la “Menina do Sapato” de Geraldo de Barros, fue en el catálogo de la exposición del Primer Coloquio Latinoamericano de fotografía: Hecho En Latinoamérica (México, 1978). Si hubiera sido brasileño quizás, habría reconocido el nombre del autor como el de un artista célebre. Pero era un hombre joven, ingenuo e inocente, y supuse que el autor era otro joven entusiasta que experimentaba con el medio. En dicho catálogo no se encuentra la fecha de la obra, así que tenía la impresión que era un trabajo reciente. En ese entonces no pensaba acerca del arte, solo me agradaba o disgustaba, y de vez en cuando expresaba algunas opiniones sobre el mismo. Lo que me gustó sobre la Menina do Sapato era la inteligencia con la cual la apertura del zapato aparentaba una boca abierta en el caricaturesco rostro de una niñita con un lejano parecido a Mafalda, Periquita o la Pequeña Lulú.


Aunque De Barros habría podido montar la escena con el zapato viejo,  muy probablemente se trataba de un objeto que encontró medio enterrado en la arena. La parte de la imagen donde está el zapato era acorde con la manera en la que yo había aprendido a abordar el medio fotográfico; a saber: mirar, encontrar y capturar. Era muy fácil imaginarme a mí mismo encontrando el viejo zapato y fotografiándolo. Sin embargo, el trabajo de De Barros me enseñó en ese entonces que también podía dibujar sobre mis propias imágenes encontradas, raspando el negativo y pintando sobre él. Sin embargo , pasaron casi diez años antes de que me atreviera a alterar permanentemente mis negativos de la manera en que él lo hacía, ya que en mi mente, la alteración era equivalente a dañar algo casi tan precioso como la realidad misma. En vez de esto, comencé modestamente a experimentar, cortando mis impresiones para hacer collages. Nunca exhibí  estos collages pero algunos amigos que a quienes les gustaron terminaron quedándose con ellos.

También vi un comentario social y una dimensión política en la Menina do Sapato que- sin conocer al artista- captaba como yo mismo hubiera hecho esta interpretación. Hay algo paupérrimo en la imagen de un viejo zapato sin par abandonado que hace las veces de la boca abierta de la niñita. Es como si el abandono y la pobreza del zapato matizaran al dibujo de la niñita de modo que ella ya no fuera más  la Mafalda, Periquita, o Pequeña Lulú de clase media. Su despeinado cabello, crudamente dibujado sobre el negativo con una herramienta filosa la hacía ver como una de esas niñitas sin hogar indígenas que vagan en las calles de Lima, la Ciudad de México o São Paulo, que se aferran a las faldas de su madre y que extienden sus manitas a los transeúntes implorando: "Señor, una ayuda por favor." Esa boca abierta  con la que  Edvard  Munch  en “El Grito” (1893) expresó una especie de aullido existencial de la desesperación, en la Menina de Geraldo De Barros era algo tan básico y pasivo como el hambre, o tan crítico y activo como preguntar “¿por qué?” El hueco de ese zapato es tan oscuro, profundo y ensordecedor.

En 1992, comencé a escribir el ensayo “Sueños  de Cruzados” para el libro Image and Memory: Photography from Latin American 1866-1994 (La imagen y la memoria: Fotografía Latinoamericana 1866-1994. University of Texas Press: Austin, 1998). Fue entonces que revisé cuidadosamente el catálogo de Hecho en Latinoamérica y eché una segunda ojeada a la Menina do Sapato. Yo quería que la imagen acompañara a  mi texto, pero ¿Cómo lo encontraría? Afortunadamente, alguien tuvo la gran idea de incluir en la parte posterior de dicho catálogo, una lista de los participantes y de sus direcciones. Todavía pensando de que Geraldo De Barros era un hombre joven, le escribí, especulando que quizás para entonces él se habría convertido en abogado,  taxista, o ambos, o que incluso ya no hacía más fotografía. Para mi sorpresa, un mes después recibí una carta de su hija Fabiana De Barros  en la que ella me agradecía por mi interés en el trabajo de su padre y cordialmente aceptó enviarme la foto para su uso en mi ensayo. ¡ Solamente cuando recibí la impresión, descubrí que Menina do Sapato fue hecha en 1949! ¿Quién era Geraldo De Barros? En esa época no era posible recurrir a Google y descubrir quién es quién, así que contestar la pregunta se convirtió en un proceso muy lento.

Aunque entonces no lo sabía, la razón por la que  Geraldo no había contestado a mi carta personalmente era que había sufrido un par de severas embolias que deterioraron sus facultades motrices y del habla. Mi carta había llegado un momento crucial en la difusión de su obra. Fabiana, quien es también artista por propio derecho, se había encargado de obtener para la obra de su padre el reconocimiento que merecía. Ella resultó indispensable para que se montara la retrospectiva “Geraldo de Barros, Peintre et de Photographe” en el Musée de l'Elysée en Lausana, Suiza, en 1993. En 1994, ella ayudó a organizar otra exposición en el Museum da Imagem  e do Som de São Paulo: Geraldo de Barros, Fotógrafo. Fue gracias a este último evento que hallé el único libro acerca de él:  Fotoformas, Geraldo de Barros (Raízes: São Paulo, 1994). Ambas exposiciones tomaron como base la exposición Fotoformas, efectuada en 1950  en el Museum de Arte de São Paulo que su padre montó personalmente cuando tenía solo veintisiete años de edad.

 

Fotoforma
Fotoforma © Geraldo de Barros


El libro titulado con el mismo nombre que la exposición Fotoformas, de Geraldo de Barros, contenía algunas fotografías de la exposición de 1950, y entre estos trabajos se encuentra la Menina do Sapato. De Barros casi lo expuso como un objeto escultural: el recorte de la impresión a lo largo del borde de la imagen y montado en una base sólida para sostenerse por sí mismo. La presentación se asemejó vagamente a las foto-esculturas que tengo entiendo todavía pueden mandadas hacer en alguna parte de la Ciudad de México. Además, el libro reveló una plétora de otras técnicas fotográficas con las cuales de Barros había experimentado: múltiples exposiciones, recorte de negativos, fotografía estenopeica, etc. Algunos trabajos fueron etiquetados  como "superposición de imágenes  sobre fotograma" - una frase en la cual el término “fotograma” resultó ser un cognado. Geraldo mismo nunca utilizó esta terminología para describir estos trabajos. Aunque en la traducción francesa el libro ya mencionado utilizó una frase mejor -- "superposition a la prise de vue" - - mi confusión había comenzado.

La confusión se originó en el hecho de que un diccionario portugués define "fotograma" como Cada uma das imagens registradas en filme fotográfico ou cinematográfico" Resulta innecesario decir que el significado en inglés de la palabra es mucho más estrecho: “a photographic image produced without a camera, usually by placing an object on or near a piece of film or light-sensitive paper and exposing it to light.” (Una imagen fotográfica producida sin una cámara fotográfica, generalmente poniendo un objeto sobre o  muy cerca de un segmento de película o de papel sensible a la luz y de exponiéndolo a la luz."  (definición del diccionario incluido en mi software de Microsoft Office).  Para aumentar la confusión  resulta que muchos fotogramas eran muy abstractos y geométricos y realmente parecidos a fotogramas. Creo que no fui el único escritor que confundió algunos de los trabajos de Geraldo con  fotogramas, pero no presté demasiada atención al asunto porque los que más me cautivaron eran los que  fueron descritos como desenho sobre negativo com ponta-seca e nanquim. Éstos últimos trabajos se parecen a la Menina do Sapato por que Geraldo los hizo raspando y pintando los negativos: Homenagem a  Picasso (1949), Homenagem un Stravinsky (1949), O Anjo (1948), y Cemitério do Tatuapé (1949).


Homenagem a Picasso
Homenagem a Picasso © Geraldo de Barros

Cemiterio do Tatuape
Cemitério do Tatuapé © Geraldo de Barros