El Corazón de Unos y Ceros PDF
Escrito por Chip Simone   

 

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Perdóname Padre pues he pecado.

Han pasado 35 años desde mi última confesión y he aquí mi pecado:

Compré una cámara digital, una cámara digital de cinco megapíxeles.

Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa.

 

 

Esta es una reflexión acerca del estado de la fotografía en la era digital.

 

El advenimiento de las imágenes digitales ha suscitado una acalorada discusión y un iracundo debate. Los fotógrafos inmersos en las tradiciones y maneras del pasado se sienten amenazados. Y deben sentirse amenazados. La tecnología digital ha cambiado todo.

 

Durante la mayor parte del siglo XX, nunca se cuestionó la noción de lo que era una imagen fotográfica. Se la veía como un proceso sencillo que seguía una serie de reglas fundamentales que llevaban a una misma conclusión. Al comienzo del siglo XXI, la fotografía ha reencarnado. Una captura digital no es algo que sea una sola cosa. Es un punto de partida, que puede ir en muchas direcciones al mismo tiempo. La fotografía se ha transformado de un simple artefacto a un camaleón eléctrico con un palpitante corazón hecho de unos y ceros.

 

Hace más de 30 años el futurólogo Alvin Toffler vaticinó correctamente que no sería lo inevitable del cambio lo que pondría a prueba nuestra cultura, sino su rapidez. Aquellos que, por la razón que sea, no puedan o no quieran mantener el paso, están destinados a quedarse a un lado del camino refunfuñando ante el paso del silbante tren.

 

Hay que aclarar un punto acerca de la tecnología fotográfica y el ritmo del avance tecnológico, en especial de la tecnología digital. El ritmo en el que ocurre el cambio ahora debe ser visto a su propia luz y no presumirse que ocurre al ritmo antediluviano en que evolucionaron los materiales basados en la plata. Todo indica que los materiales de plata han involucionado. El número de películas y papeles ricos en plata que alguna vez tuvieron una amplia disponibilidad, se ha reducido a un puñado. Alguna vez llegó a haber 120 tipos de papel para imprimir. Durante mi carrera he visto la salida de Opal, Medallist, Brovira 111 y Portriga Rapid por mencionar unos cuantos. La calidad de los productos que quedan está por debajo de lo que había antes, aunque hemos llegado a considerarlos aceptables en la ausencia de materiales comparativamente más ricos. Los papeles finos serán pronto hechos por boutiques y los precios se dispararán. Las opciones en películas eventualmente excluirán al blanco y negro. Las imágenes en blanco y negro se extraerán de las imágenes en color por la vía digital. Es económicamente inevitable.

 

Por otra parte, se necesitaría ser un fotógrafo ciego para no ver que la investigación y desarrollo en el sector digital se mueven a la misma vertiginosa velocidad que los de las computadoras, que son el medio en donde lo digital nace. El cambio es el nutriente básico de la tecnología.

 

Resulta claro que la arena de lo digital es susceptible tanto a las necesidades del mercado como a los valores tradicionales de la fotografía. Tonalidad, fidelidad y longevidad son áreas en donde la tecnología digital ha hecho grandes avances en un tiempo notablemente corto respondiendo a los intereses del mercado. ¿Quién podría discutir que en el muy cercano futuro se encontrarán maneras de igualar, imitar o rebasar las virtudes y cualidades percibidas de cualquier método fotográfico?. La tecnología no es estática y tampoco el mercado lo es.

 

Trabajé con una cámara 8"x 10" durante una década. Hoy me es más fácil justificar el uso de la tecnología digital que la provinciana y pintoresca práctica decimonónica de colocar un armatoste sobre un atril para retratar objetos inmóviles. Pero lo que más resiento es el tiempo de vida que se me quita. Los diletantes gustan de tener las manos ocupadas mientras que los artistas buscan métodos apropiados y expeditos para expresar sus impulsos creativos.

 

No me impresiona el argumento de que las fotos digitales son inferiores por no contener plata. Esto es simple prejuicio. Lo digital es lo que es y tiene una inmensa capacidad de expresión. El percatarse de su potencial inherente es lo único que importa. Un notable número de dedicados, consumados y magistrales fotógrafos de varias generaciones abarcando todo el espectro de estilos y métodos han adoptado lo digital y siguen proclamando su potencial creativo. Muchos elogian su capacidad de sobrepasar las limitaciones de los métodos tradicionales y la utilización de las herramientas digitales les resulta liberadora, aunque éstas sólo sean simples en apariencia, puesto que claramente exigen la misma delicadeza y oficio de cualquier otra disciplina expresiva. La pasión, emoción y vigorización de la profesión a la luz de esta tecnología en desarrollo es, para mí, la evidencia más clara de la importancia de la fotografía digital.

 

La cámara ha sido mi amante por 43 años. Me ha dado placeres y sensaciones más allá de lo físico. Ha sido mi maestra y mi querida, una narradora de historias, un tercer ojo y una tejedora de verdades. Ve un mundo maravilloso que sólo me muestra a mí. Sin ella no soy nada más que otro hombre ciego.

 

En todos estos años, mi amor por la cámara nunca ha titubeado, pero la cámara en sí misma ha sufrido transformaciones notables, se ha vuelto más refinada, más inteligente, más sofisticada. Lo que la cámara más sofisticada no puede hacer es algo que las cámaras nunca han hecho. La cámara no define lo que es la fotografía. Tampoco el lente, el tamaño de la película, el número de píxeles o el medio en el que se va a plasmar. La fotografía no es un sustantivo, es un verbo. La fotografía es lo que hago. Es un acto de voluntad, deliberado. Puede ser la expresión de la esperanza, de un acto de fe, de miedo o de lujuria. Puede ser gozoso o penoso. Pero la fotografía no es una cámara.

 

Esto trae a colación el último punto. El lamento por el cambio, el hecho de que mucha gente vea al rápido ritmo del cambio como algo malo, como un ardid de mercadeo diseñado para mantenernos deseando fervientemente el próximo juguete. Ciertamente, la velocidad del avance y del cambio recortan la vida de muchos productos. Pero ¿En dónde les decimos que se detengan? ¿En dónde debemos frenar a la mente creativa? ¿Deben ponérsele barreras a la imaginación? ¿Dónde estaríamos si la medicina hubiera decidido que ya había llegado lo suficientemente lejos con las herramientas quirúrgicas esterilizadas o con los rayos x o con las sangrías o las sanguijuelas?

 

No. Yo digo que nos echen todo lo que tienen, y que se deje a los artistas que aún no nacen decidir que es en lo que se convertirá la belleza.

 

 

Chip Simone
Atlanta

 

 


 

 

http://www.zonezero.com/magazine/articles/heart01/heart01sp.html

 

 

 
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