Una reforma de las artes PDF
Escrito por Alasdair Foster   

 

© Pedro Meyer

 

Los paradigmas económicos, sociales y culturales siguen cambiando a cada vez mayor velocidad. El cambio en el énfasis de la creación de productos concretos y reales hacia un mundo virtual de imágenes e ideas, significa que hoy en día, en Australia (para dar un ejemplo local por lo que a mí respecta) hay más gente empleada en el almacenamiento y obtención de información, que en la totalidad de la agricultura e industria juntas. Mientras tanto, las florecientes comunidades en línea hacen posible la interacción personal entre cientos de millones de individuos, ya sea en sitios de establecimiento de contactos sociales, como MySpace y FaceBook, a través del intercambio de imágenes y videoclips por medio de Flickr y YouTube o inmersos en complejas sociedades virtuales como Second Life y Entropía Universe.

Estos cambios son fundamentales. No se trata simplemente de viejas maneras utilizando nuevos medios. Al abrir las líneas de comunicación y otorgar acceso directo al individuo, tenemos una creciente democratización de la opinión y la cultura. Con el advenimiento de las tecnologías de producción y distribución en masa durante el pasado siglo, la cultura se dividió. Por una parte, existió una cultura popular suministrando a gran escala productos con el más bajo denominador común a mercados masivos. Por la otra, se encontraban las bellas artes, suministrando objetos raros o únicos, y servicios a un pequeño mercado de especialistas, con valores (culturales y monetarios), celosamente controlados por una élite aún más pequeña, que definía gustos y tendencias. El rol de lo "hecho en casa" en la vida cotidiana y de lo amateur en el arte, fue hecho de lado. Tanto los mercados masivos, como la industria del arte del siglo XX, eran controlados mediante una rigurosa división entre el productor y el consumidor, cimentados en la creencia de la perdurabilidad de los derechos del creador sobre lo creado.

El desarrollo tecnológico de la digitalización y la Web 2.0 han tenido dos efectos principales en este dúo-polio. La mutabilidad de los datos digitales y su capacidad para ser copiados y reformados sin pérdida de calidad, ha abierto la posibilidad de rasgar, romper y recomponer, la continua recombinación y reforma del material cultural, como alternativa a la recepción, adquisición y preservación pasivas de objetos inmutables de arte. En el área de cultura reproducible, tal como el medio fotográfico, el enfoque del arte comienza a cambiar, de los objetos hacia los procesos. El modo de producción artística se ha diversificado para admitir tanto al individuo virtuoso como a la acción creativa comunal.

Mientras tanto, los medios de distribución de las entidades digitales, se han expandido drásticamente. El flujo en ambas direcciones de la Web 2.0 ha abierto la posibilidad de alcanzar a un gran público a un bajísimo costo, sin la necesidad de acomodarse al gusto del mercado masivo o corporativo o de los jerarcas de la industria. El resultado es una plétora de pequeños nichos, sin restricciones físicas geográficas, que participa activamente tanto en la producción como en el consumo de nuevas formas de arte.

Durante ya algunos años, he notado que habrá una disolución de la inflexible división entre el productor activo (artista) y consumidor pasivo (público) en las artes (visuales). Esto me ha llevado a concluir que estamos presenciando el comienzo de una reforma de las artes, análoga a las Reforma Protestante del Cristianismo en el siglo XVI. 1

 

Pedro Meyer © 2008

 

Si bien, no se trata de una revolución en la que se derroca un sistema y se sustituye por otro, sino del desarrollo de un sistema alternativo, que coloca la esencia de la cultura en el corazón y la mente del individuo, en lugar de en la autoridad de una oligarquía de profesionales.

 

Ésta es, desde luego, una analogía, y no estoy diciendo que esta nueva Reforma reflejará a la antigua Reforma religiosa en todo sentido, sino que simplemente existen un número de ecos. El más importante es que la Reforma Protestante puso en claro que los efectos ulteriores de un cambio tan parcial pueden tener un gran alcance.

 

Efectivamente, la Reforma del siglo XVI, buscó una “des-profesionalización” de la Iglesia, colocando la esencia de la religión en el interior del individuo y me parece que presenciaremos una creciente “des-profesionalización” del arte. Quizá sea más apropiado pensar en una corrección de la “sobre-profesionalización” ocurrida en la segunda mitad del siglo XX, en combinación con la reducción de los consumidores de arte a espectadores pasivos, cuando alguna vez fueron participantes activos. Con esto no quiero decir que estamos ante la desaparición de los artistas profesionales. La Iglesia Protestante tiene sus ministros y especialistas, pero su papel es distinto al de sus contrapartes de la Iglesia Católica. Su conocimiento (al menos en teoría) se encuentra al servicio de la comunidad pero no tiene autoridad sobre ella y a menudo existe la facilidad para que algún miembro de ésta y el especialista, intercambien papeles (tal como el “sermón del laico”). Creo que las prácticas creativas y culturales, se convertirán cada vez más en un proceso que involucre a un mayor en lugar de a un menor número de personas.

 

Una de las condiciones importantes para la Reforma del Cristianismo fue la invención de la imprenta de tipos móviles, que permitió el libre flujo de información que antes era controlada por los monasterios. Hoy en día, el desarrollo del Internet (en especial del fenómeno de la Web 2.0) está teniendo un efecto similar, ya que la información ya no está restringida y filtrada por una autoridad institucional. Al igual que la venialidad y la venta de indulgencias por parte de la Iglesia Católica del siglo XVI indignó a Martín Lutero y a sus seguidores, también tenemos a aquellos que consideran que el arte ha perdido el camino, corrompido por su poder para auto-enaltecerse como árbitro del gusto y seducido por el mercado. Desde este punto de vista, el arte se ha convertido en una industria en la cual la moneda de la “credencial” puede convertirse en capital y, con demasiada frecuencia, viceversa. La Web 2.0 ofrece no sólo una manera de expresar interés, sino un medio con el cual se pueden articular nuevas aproximaciones a la creatividad.

 

Una vez que el juicio espiritual se volvió un asunto de conciencia personal, se pudieron separar los papeles del Estado y de la Iglesia. Con la secularización del Estado, los temas de la exploración científica y expansión mercantil ya no estaban sujetos a la ortodoxia de la doctrina, lo que llevó, por una parte, a la Edad de la Razón y la Ilustración, y por la otra, a la Industrialización y el ascenso de la Clase Media. Esto es, el resultado de un proceso originario de reforma, rebasó por mucho el enfoque o interés (o incluso, sospecho que los sueños más disparatados) de los que la iniciaron.

 

No obstante, mientras la poderosa jerarquía de la Iglesia católica mantuvo, más o menos, su unidad a través de los años, el énfasis de la conciencia personal del Protestantismo, llevó a una oleada de cismas al surgir nuevas estructuras religiosas más pequeñas que respondían a las necesidades y aspiraciones de aquellos que las constituyeron. De manera similar, no esperaría que una estructura cultural alternativa única surja del fermento social y tecnológico del nuevo milenio, sino una vigorosa aunque inestable serie de interrelaciones con una tendencia a subdividirse en sistemas más pequeños que generen más eficazmente significados e intereses para aquellos involucrados. Y, si bien estos nuevos sistemas ofrecerán un rango de formas alternativas de arte y maneras de participar en él, no derrocarán el mundo e instituciones artísticas previos, aunque probablemente provocarán una evolución de este sistema original hacia modos nuevos aunque no tan radicales.

 

Finalmente, la jerarquía de la Iglesia Católica poseía unas líneas de comunicación muy definidas (de arriba hacia abajo). La naturaleza individualista y fragmentada del protestantismo, llevó al establecimiento de redes de comunicación basadas en un sistema de intercambio de valores. Ya que el comercio se basa en el intercambio de bienes de valor equivalente, la moneda y capital se volvieron cada vez más importantes para traducir su valor con flexibilidad. La ética de trabajo protestante tiene como motivación la creación de riqueza y opera en un sistema de redes.

 

Los nuevos sistemas de redes de intercambio de información a través de la Internet, han creado un elemento en el que casi no se corren riesgos financieros para convertirse en un productor y consumidor activo. Como resultado, muchas de las comunidades de Internet más nuevas, están motivadas por algo distinto a la creación de riqueza. La meritocracia protestante que sustituyó (o por lo menos modificó) a la oligarquía católica, enfrenta ahora una nueva sensibilidad democratizadora que brota de las condiciones más parejas que proporciona la comunicación a través del Internet y las formas sociales y conexiones que, aunque no generadas por éste, han recibido una nueva vida gracias a él.

 

Nada de lo que he dicho se aplica únicamente al medio fotográfico o incluso a las artes visuales, aunque considero que en las artes visuales existen divisiones establecidas más rígidas que digamos, por ejemplo, en la música. El hecho es que el flujo de información a través de Internet —buena, mala o indiferente— presagia profundos cambios en las jerarquías de muchas clases, las artes son sólo una.

 

Sería una locura especular hacia dónde nos llevará la actual reforma de las artes, pero la liberación de la comunicación creativa de las restricciones del mercado de lujo y el control de una elite profesional, podría quizá liberar una cualidad exclusiva de la Humanidad y su también más poderoso atributo: La Imaginación.

 

 

1.Estoy muy consciente de que la Reforma religiosa del siglo XVI y sus resultados son mucho más complejos que lo que aquí se menciona. He utilizado un pincel muy grueso para pintar un cuadro que únicamente sirve para los propósitos de la analogía, con la esperanza de que al hacer esto se eche una nueva luz sobre la manera en la que pensamos sobre al arte, la cultura y la imaginación individual. (back)

 

Alasdair Foster
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Enero 2008

 

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Alasdair Foster

 

Alasdair Foster es el director del Australian Centre for Photogaphy (Centro Australiano de Fotografía) en Sydney y editor de la revista Photofile. Es miembro del grupo de investigación de medios fotográficos del departamento de Teoría de Arte y el Diseño de la Monash University de Melbourne.

 

 

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http://www.zonezero.com/editorial/enero08/enero08.html

 

 

 
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