El botón sobre la alfombra |
Escrito por Pedro Meyer |
Atendí, en una casa localizada en las afueras de Hollywood, a la fiesta de despedida de una amiga mía. Estaba de pie esperando que sirvieran la comida cuando me di cuenta que se me había caído un botón de la camisa. Me agaché para buscarlo en el piso y para mi sorpresa descubrí un ramillete de colores y formas que no había notado antes, allí a mis pies. Mi primera reacción fue tomar mi cámara fotográfica y registrar ese momento. Llevo hace algún tiempo observando esa imagen de vez en cuando. Con el tiempo se ha hecho mía. Comencé a preguntarme por qué.
Me di cuenta que no tenía idea de quién aparecía en la foto. No conocía a la persona sentada allí con esos pantalones verdes y calcetines morados. Al observar la evidencia no podía determinar la profesión de la persona con ese atuendo. Podía tratarse de un pintor, un abogado o médico (recuerde, estábamos en Hollywood), un historiador de arte, un actor, un curador, un proveedor de comidas por encargo, un policía de incógnito, un atleta, decorador, payaso, vendedor, turista, poeta, diseñador de la red, músico, etc. Lo que sí recuerdo sin embargo es que a todo mundo le parecía muy divertido que yo tomara una foto del botón como lo había encontrado sobre la alfombra. Como ocurre con tanta frecuencia, sólo el fotógrafo sabe lo que ocurre dentro del recuadro. La evidencia encontrada dentro de esta imagen lo habría enviado a uno a hurgar en un tiempo anclado en los sesenta (¡¡hasta los zapatos!!), sin embargo aquí, cuando se hizo esta imagen, nos encontrábamos a mediados de los noventa. ¿Acaso no es cierto que la fotografía es muy confusa cuando trata de dar una referencia sobre lo "real"?
Me encuentro atraído a fotografías como ésta porque la fotografía es tan abierta y capaz de hacer múltiples afirmaciones (polivalente) que tienen que ver más con las percepciones de los que las ven, que lo que en realidad contiene la imagen. Algunos de nuestros espectadores encontrarían el hecho de que había un botón sobre la alfombra (¡de verdad que no lo coloqué allí digitalmente!) una prueba irrefutable sobre la integridad documental de la imagen (a reserva de que ninguna otra cosa hubiera sido alterada, obviamente), pero no dirían nada acerca de los valores cromáticos de la fotografía. Asumiendo, evidentemente que los colores de la alfombra, el calcetín y la mesa, etc. eran idénticos a la realidad allá en esa casa. ¿Pero cómo sabría yo si esos colores eran los exactos? ¿Cómo puedo recordar cualquier persona un color especifico? ¿Importa en realidad cuáles eran los colores precisos?
A juzgar por lo difícil que resultan los esfuerzos para asegurar que las reproducciones a color sean muy puntuales con referencia al original (tanto en forma impresa, en la pantalla como en las impresiones fotográficas), puedo afirmar con bastante seguridad que estamos observando las más de las veces apenas un "acercamiento" al color de aquello que era en realidad. Esto no es un asunto trivial, ya que los colores tienen, como seguramente lo acordarán muchos psicólogos, historiadores del arte y diseñadores, connotaciones emocionales muy concretas que los seres humanos derivan al ver colores específicos.
Si encontramos que los colores dentro de la fotografía casi nunca se asemejan a su contrapartida en la realidad y que a nadie parece incomodarle ese hecho (sin embargo sabemos que los colores tienen valores que son importantes), entonces por qué levantamos tanto la ceja en el caso de que yo hubiera colocado el botón sobre la alfombra. Por qué se me pregunta: " ¿pero tú no pusiste allí el botón, verdad?" y nunca alguien me pregunta sobre el color exacto de los calcetines, por dar un ejemplo.
Ahora entiendo porque me he sentido atraído a esta imagen. No sabemos quién se encuentra en la foto, cuándo fue realizada, o si algo que aparece dentro de la fotografía en realidad coincide con como se vio en la realidad.
Es curioso, algunos consideran una fotografía así directa (hasta tengo un negativo para poder comprobar que no ha sido alterada) como una fotografía documental.
Pedro Meyer
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