No tocar PDF
Escrito por Pedro Meyer   

 

Pedro Meyer © 1999

 

Ya he escuchado tantos argumentos sobre la ventaja intrínseca del espacio "real" de la galería por encima de su variante en el internet, que me parece que el asunto merece examinarse con más detalle. Un tema recurrente que surge es la idea relacionada con tocar las fotografías.

 

Ya que esta cuestión tiene muchos aspectos, arbitrariamente empezaré por considerar la naturaleza sensorial que supuestamente se está perdiendo. Me pregunto cuándo habrá sido la última vez que a cualquiera que esté leyendo estas líneas le hayan permitido "tocar" alguna de las fotografías en una galería o en un museo. Hasta donde yo sé, las fotografías están por lo general protegidas debajo de un vidrio o un acrílico cuando se exhiben en semejantes espacios; o cuando a uno lo invitan a ver una fotografía que no está montada, no tarda en aparecer un par de guantes blancos de algodón para evitar el contacto físico con la fotografía. Así que obviamente este asunto del tocar tiene sus claras limitaciones, que parece que siempre se olvidan.

 

No todas las imágenes fotográficas que tenemos oportunidad de ver son impresiones. Existen las diapositivas o transparencias montadas en cartón o en plástico. También tenemos los negativos (a color o blanco y negro), que por lo general son vistos a través de un envoltorio que los protege. En un sentido muy estricto, en ninguno de estos casos llegamos realmente a tocar la imagen. Si algo llegamos a tocar es el soporte o sustrato sobre el que está depositada la imagen. La imagen obviamente no es algo por lo que podemos pasear los dedos. La imagen como tal, sólo cobra una realidad física dentro de las células de nuestro cerebro.

 

Esto de hecho es una noción muy interesante porque, si jamás podemos tocar una imagen en su versión analógica, ¿por qué tanto alboroto cuando se convierte en digital? El que porque la imagen al ser digital asume una presentación intocable, no es el caso . No porque sea "tocable", porque no lo es, sino, porque nunca lo ha sido antes. En otras palabras, no ha habido un cambio de verdad, simplemente estamos tocando cosas diferentes, sustratos diferentes. Aquello sobre lo que está depositada una imagen.

 

Por ejemplo, ahora en vez de un marco tenemos un monitor. En ambos casos la imagen se encuentra debajo de una superficie protectora, sea ésta vidrio o plástico. Hoy podemos imprimir una imagen de igual manera como podíamos hacerlo antes. Cuando la fotografía se hace con una cámara digital, obviamente el archivo electrónico no es algo que yo pueda tocar, pero tampoco lo es un negativo. Uno no se imagina querer tocar sus negativos, aún si pudiera hacerlo tan solo porque el sustrato lo permite. Lo que nos lleva a pensar acerca del por qué de toda esta nostalgia por el tocar, cuando para empezar, todo lo que se nos enseña a hacer con las fotografías tiene que ver con el "no tocar". No toques el negativo, las diapositivas, las impresiones. Todo como una buena medida por supuesto, pero que en realidad tiene que ver con el no tocar. Así que ahora que contamos con los medios para de hecho trabajar con imágenes sin tener que preocuparnos de nuestro contacto físico directo, lo primero que muchos sacan a colación es este anhelo de un contacto sensorial que en primer lugar jamás existió.

 

Hoy en día la imagen está tan debajo de un "vidrio" (el monitor) como lo estaba cuando colgaba enmarcada en una pared. Sin embargo, la imagen digital, cuando es vista en una pantalla, posee una ventaja muy importante: está iluminada desde atrás. El verdadero rango tonal que puede ofrecer una fotografía cuando es vista en la pantalla de una computadora es mayor que cuando la misma imagen se imprime en papel. Lo mismo ocurre cuando se mira una diapositiva en una caja de luz y luego se compara con la impresión hecha de la misma fotografía. La primera siempre parece tener más profundidad.

 

Sin embargo, déjenme introducir un nuevo concepto en esta ecuación. La añoranza por tocar una imagen puede de hecho concretarse de formas que jamás se pensaron posibles antes. Hoy, cuando tengo una imagen digital en la pantalla, yo como fotógrafo, con la ayuda de mi ratón o pluma digital, puedo tocar y transformar todos y cada uno de los pixeles de la imagen, de formas que no se pueden equiparar a ninguna experiencia previa. Definitivamente jamás conté con las herramientas que me permitieran tocar cada uno de los granos de una fotografía tradicional.

 

La acción de transferir la presión de mi dedo a cualquier porción de la imagen no tiene equivalente en la fotografía basada en la química. Soy capaz de oscurecer un solo pixel si quiero, simplemente colocando la presión justa -con la herramienta que haya elegido para hacerlo- por medio del uso de mis dedos.

 

 

editorial 17

 

 

La transferencia sensorial de mi mano a la imagen, por medio del ratón o de la pluma, va más allá de cualquier experiencia previa en el campo de la fotografía. Así que ¿quién dijo que no se podía tocar una fotografía? O piensen en las pantallas sensibles al tacto, donde de hecho se incita a los observadores a que toquen la imagen, precisamente la noción contraria de "no tocar".

¿Quién dijo que se ha perdido el aspecto sensorial de la fotografía?

 

 

 

Pedro Meyer
Agosto de 1999

 

no tocar

 


 

 

http://zonezero.com/editorial/august99/agosto.html

 

 

 

 
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