Christian Poveda (1957-2009) PDF
Escrito por Nick Fraser   

 

Documentalista y fotoreportero

inperturbable ante el peligro y la adversidad.

 

Chistian Poveda

 

Christian Poveda, asesinado a tiros en El Salvador la semana pasada a la edad de 52 años, fue uno de los fotorreporteros más talentosos de su generación. También fue un valiente documentalista, especializado en temas políticamente controversiales y peligrosos que otros no tocarían.

 

Christian nació en Argel. Sus abuelos, uno de ellos anarquista, el otro comunista, fueron exiliados de la España de Franco, y Christian decía a menudo cuánto los admiraba por su compromiso político. Después de la independencia de Argelia, la familia se mudó de nuevo, esta vez a Francia. Sin entrenamiento formal y un ojo muy desarrollado, Christian empezó a vender fotos cuando tenía 19 años, y a lo largo del siguiente decenio cubrió guerras por todo el mundo, especializándose en América Latina. Su oportunidad llegó cuando cubrió la guerra civil en El Salvador, país que llegó a amar.

 

 

José Cabezas/AFP/Getty

 

Entre las publicaciones para las que trabajó están Paris Match, Newsweek y Time. Era posible reconocer al instante una imagen de Poveda por sus características crudas y formales, pero al igual que a Robert Capa, cuya vida le sirvió de modelo, a Poveda no le interesaba la estética. Le importaba la gente que retrataba y se involucraba verdaderamente en sus vidas, manteniéndose en contacto mucho tiempo después de que sus imágenes aparecieran en las revistas a lo largo del mundo opulento. En los años 80 del siglo pasado, empezó a realizar documentales, enfocándose en la vida de los jóvenes boxeadores y luchadores de las zonas marginales. Dentro del mundo exclusivista y preocupado por el estatus de la teledifusión francesa, él tenía una reputación de duro — un forastero cascarrabias e insumiso. Pero los mismos ejecutivos que se lamentaban de su audacia en las juntas, aceptaban, a veces con incomodidad, que él conseguía estupendo material viviendo con sus sujetos mes tras mes, sin importarle las estrecheces de presupuesto. Desarrolló su propio estilo de hacer periodismo audiovisual militante, mostrando lo que es vivir en la marginalidad. Lo conocí en 1995 e hicimos juntos el documental para televisión Viaje a la extrema derecha, acerca de los movimientos ultraderechistas europeos, que fue transmitido por toda Europa en BBC2 y en la cadena francoalemana ARTE. Me parece que Christian tenía cierto recelo tanto de trabajar con un reportero de la BBC, educado en Oxbridge, como de si debería darle difusión a personajes que él describía, con su habitual sequedad, como “des merdeux” (los bolsas de mierda). Sin embargo, llegamos a agradarnos y respetarnos uno al otro. Fuimos violentamente amenazados muchas veces mientras viajamos por Europa y nunca había trabajado con alguien tan obstinado y físicamente atrevido.

 

Christian era de constitución gruesa y oscuro, como un toro, con ojos tristes y expresivos. Desarrollamos un método reporteril peculiar. Nos plantábamos frente a un político racista, mientras bloqueábamos cualquier posible salida; como soy alto, podía imponerme sobre el entrevistado. Le hacía las mismas preguntas una y otra vez hasta que nuestra víctima exigiera que se terminara la entrevista o que con fastidio escupiera sus opiniones. A pesar de tomar mucho tiempo, este método demostró ser muy exitoso de cuando en cuando.

 

Christian me enseñó que uno nunca debe hacer concesiones a gente a la que se detesta por una causa justa. Pero incluso llegué a notar que los miembros del Frente Nacional respetaban a Christian porque nunca, ni por un momento, fingió no tener aversión por todo lo que ellos representaban. Sus propias expresiones de satisfacción estaban rigurosamente confinadas a la condición de haber triunfado sobre las fuerzas de la oscuridad. Si fracasábamos, se la pasaba desconsolado y ahogaba sus penas en Bandol, su vino tinto favorito que también es, para horror de Christian, el favorito del Frente Nacional. Después del último de nuestros numerosos duelos con Jean-Marie Le Pen, él rebosaba de satisfacción. “On l’a baisé bel et bien”, me dijo. (“De veras lo fastidiamos …”) Estaba muy satisfecho porque la película fue exhibida en muchos festivales por todo el mundo. Se convirtió en una de las películas más exitosas de la cadena ARTE, y fue usada en escuelas de periodismo como ilustración de cómo reportear a los racistas sin permitirles que evadan la responsabilidad por sus puntos de vista.

 

Christian permaneció semialejado de la escena francesa, pero se las arregló bien para ganarse la vida, subsidiando sus películas con comisiones fotográficas más lucrativas. Después de separarse de su esposa Tamsin, empezó a pasar cada vez más tiempo en su querido El Salvador. En el documental La Vida Loca que fue el resultado de más de cuatro años de trabajo, observó la vida de los pandilleros juveniles de San Salvador, con especial atención en la Mara 18, caracterizada por sus abundantes tatuajes, documentando las iniciaciones de la pandilla, el tráfico y consumo de drogas, y los funerales. Los miembros de la pandilla son asesinados en la película, y es claro que pocos o ninguno de los pintorescamente llamados niños (una de los cuales es llamada “La Chucky”, por el personaje de la película de horror Juego de niños) alcanzará la edad adulta. “Debemos tratar de entender por qué un chico de 12 o 13 años se une a una pandilla y da su vida por ella”, dijo Christian. Él quería mostrarnos que para estos chicos no puede haber otro desenlace. La película es cruda, bella y envolvente, como lo mejor de su obra. La semana pasada, La vida loca estaba por ser estrenada en Francia. Christian le llamó a sus amigos, con la preocupación de que los DVDs pirateados circulaban libremente. Había escuchado que muchas de las pandillas, así como la policía, no estaban contentas con la película. Pero siguió filmando en Tonacatepeque, un barrio localizado a unos 16 km de San Salvador. Cuando volvió, fue emboscado y, sentado dentro de su auto, le dispararon varias veces en la cabeza. La policía arrestó a un pandillero. “Christian es sólo uno de las 10 personas que morirán hoy”, escribió un fotógrafo salvadoreño en el periódico digital El Faro. “Si miras mucho en la garganta del león, al final te come.”

 

*Christian Poveda, fotorreportero y documentalista, nacido el 12 de enero de 1957, muerto el 2 de septiembre de 2009.

 

Nick Fraser

guardian.co.uk, Domingo 6 de septiembre de 2009 18.47 BST

 

 


 

 

Cristian Poveda3

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