“Nuestro trabajo no trata de complacer ni de dañar a nadie” (Albert Londres, prólogo de “Terre d’ébène”)
“Todo fotógrafo debe sentirse responsable de lo que produce” (Raymod Depardon, entrevista en le Monde septiermbre de 1997)
He viajado al Tibet para hacer dos reportajes, en 2004 y 2006. En este tiempo he visto el impacto de la evolución del desarrollo tanto del turismo chino como el occidental en muchas maneras, particularmente con la introducción del tren de pasajeros al Tibet. La colonización China es aparente, tanto en al ciudad como en el campo; trayendo con ella el desarrollo de la infraestructura de transporte turístico. Este país, hasta hace poco todavía feudal, entra al siglo XXI repitiendo todos los errores cometidos por el mundo occidental.
El Tíbet tradicional, tan apreciado en la fantasmagoría occidental, desaparecerá en los próximos años debido a las nuevas condiciones económicas mundiales y especial en China. La explotación económica y turística de ésta área aniquilará culturas ancestrales e impondrá un Nuevo orden político y cultural. Estas tradiciones sociales, artísticas y religiosas se convertirán en folklore para el consumo de los turistas Chinos y occidentales. Quise registrar a esta gente con mi fotografía antes de que desaparezca.
Para esta serie, trabajé con un proceso fotográfico adaptado de la fotografía de gran formato. Usé una cámara plegable de 4”x 5” sobre un trípode e hice que los modelos posaran para mí. Decidí usar película instantánea a blanco y negro para capturar las cualidades intrínsecas a los individuos con los que trabajo. El uso de película positiva/negativa me permite dar una impresión a mis modelos de inmediato y conservar el negativo. Al tomar la foto y entregar la imagen, mi modelo y yo realizamos una importante ceremonia. La repartición e intercambio del negativo y el positivo crea la presencia material de un nexo tácito, que simboliza lo que compartimos. Este ritual en el que se conectan la interacción humana y el acto fotográfico es esencial para mí.
Todas las tomas se realizaron a una velocidad de obturador (de 1 a 1/8 de segundo), una velocidad más “humana” en la que se puede capturar un respiro o un latido. Con el afán de evitar el “voyerismo” fotográfico, selecciono a mis modelos durante mis paseos por los pueblos de cada país. Voy de visita. Las herramientas que me permiten transmitir un entendimiento a través de mis fotos son la simplicidad y la objetividad. Ninguna foto se toma furtivamente, no hay imágenes “robadas”. Aunque soy yo el que oprime el obturador, siempre hay un diálogo con mis modelos. Explico lo que quiero hacer y cómo trabajo para permitir que cada persona participe en este intercambio social, creando así una colaboración entre el modelo, como ser humano, y yo.
Las poses se realizan en torno a sus actividades y gestos que les simbolizan. Cada imagen viene titulada con sus nombres. Éstas son observaciones del mundo a mi alrededor, antes de que éste se esfume. No intento hacer fotos “bonitas” o “naturales”, ni producir imágenes que halaguen a mis modelos. Sobre todo, deseo que mis modelos existan dentro de su propia complejidad cotidiana. Mis retratos son un homenaje a su presencia.
Yo hago fotografía documental y social. Soy investigador y fotógrafo humanista en la tradición de Edgard Curtis, August Sander y Walker Evans , así como un ser humano responsable. Mi trabajo se enfoca en la producción de fotos y atestiguar la condición del mundo que me rodea. Este trabajo es una construcción conciente que pretende alejarse de la fotografía de consumo de masas. Trato de mostrar cierta realidad que se conjugue con mi visión y mis emociones.
Soy un fotógrafo del legado humano en todas sus formas y trabajo para crear una visión significativa de mi ambiente. Ante la multitud de imágenes que nos rodean, quiero que mi trabajo sea visto como lo opuesto de un esteticismo simple, superficial y fácil de leer, y lejos del realismo fotográfico.
Mi deseo es mostrar las contradicciones y paradojas el contrapeso de un mundo actual que es imposible de negar. Me interesa la realidad que no vemos.
En Europa, Asia, África y Sudamérica me dediqué a producir imágenes en las que los efectos de estilo y anécdota no importan. Deseo mostrar el interior de alguien en lugar de su exterior superficial. No soy devoto de “la diosa de la autenticidad fotográfica”, sino que prefiero mantenerme a una distancia corta de los sujetos que decido fotografiar.
Mi compromiso es producir imágenes que hablen por sí mismas. Fotografío y fijo la realidad de mi encuentro con la meta de permitir a un público futuro ver a los ojos de estos hombres y mujeres antes que desaparezcan, cultural y físicamente, destruidos por el modelo occidental. Es tiempo de ver su dignidad ya que es lo único que les queda.