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Se podía escuchar una hoja caer Epílogo, 20 años después por Bob Stein
Cuando Pedro Meyer presentó Fotografío para Recordar por primera vez en la Conferencia de Seybold Digital World en Beverly Hills en 1991, nuestra relación con las computadoras era muy diferente a la de ahora. Muchos de nosotros nos encontrábamos con las computadoras en el trabajo y en la sala de videojuegos; pero nadie paseaba con teléfonos inteligentes (smartphones), tabletas o netbooks mediando cada detalle de nuestra relación con el entorno. Las computadoras no distribuían películas, fotografías, o, inclusive, música, no eran agencias de matrimonios ni el mecanismo para estar en contacto con los nietos o enamorados que viven muy lejos.
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Algunos pensamientos de fondo por Pedro Meyer
Una década después de la primera presentación de Fotografío para recordar, diseñado originalmente para ser visto en la pantalla de una computadora y por medio de un CD-ROM, [a propósito, este fue el primer CD-ROM con sonido e imágenes continuos producido en cualquier parte del mundo], con la tecnología actual podemos ahora llevarles a través de Internet lo que estaba inicialmente disponible sólo en CD-ROM.
Examinaré aquí, desde el punto de vista del fotógrafo, algunas de las experiencias y de los pensamientos asociados con la elaboración de esta obra; y también discutiré algunos de los problemas inherentes al medio mismo, el CD-ROM, y cómo evolucionó.Me referiré a algunos de los temas que me fueron señalados por algunas de las personas que vieron FPR (Fotografío para recordar) a través de los años. Por ejemplo, muchas veces me han preguntado cómo pude fotografiar a mis padres del modo en que lo hice. Algunos han planteado el tema de la privacidad, de la intimidad, cuestionando hasta mi decisión de estar presente con una cámara en todas aquellas ocasiones.Todos aquellos que me lo preguntaban, probablemente nunca supieron que siempre había estado fotografiando a mi familia, de modo que la cámara se volvió entre nosotros un instrumento omnipresente, casi transparente a nuestros ojos. Había además, un alto grado de confianza y algo que sólo con el tiempo llegaría a apreciar plenamente, es decir, mis padres nunca intentaron controlar las imágenes. En muchos aspectos, era un testimonio a su franqueza, ya que nunca buscaban ocultar o esconder nada. Aun cuando mi madre hubiera deseado hacerlo, era muy abierta en cuanto al tema de “quererse ver bien para la foto”.
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El arte del relato: Fotografío para Recordar por Jonathan Green
A fines de 1990 cuando Pedro y yo comenzamos el proyecto que se convertiría en Verdades Ficciones, Pedro regresó de Los Ángeles a México con la sensación de que, en sus propias palabras, “No terminaría de enfrentar apropiadamente la pérdida de mis padres hasta haber terminado de imprimir las fotos que había tomado”, durante los últimos años de sus vidas. Cuando regresó a Los Ángeles un mes después, mostró su trabajo a Bob Stein de la Voyager Company. Bob ya estaba interesado en producir el CD-ROM de Verdades y Ficciones, pero cuando Pedro llevó sus fotos le pidió que dejara de lado totalmente el otro proyecto para dedicarse totalmente a la producción de Fotografío para Recordar, que saldría con un pequeño tiraje que distribuiría a manera de homenaje a sus padres. Desde luego, producir un tiraje pequeño en esa época estaba acorde con el hecho de que en todo el mundo no habría sino unos pocos miles de lectores de CD-ROM y de cualquier manra, casi todos se utilizaban para textos.
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Ensayos sobre Fotografío para recordar Varios
Pedro Meyer tiene 61 años, nació en España, se ha criado en México y desde hace algunos años reparte su tiempo entre la capital mexicana y la ciudad norteamericana de Los Angeles, en la que en 1990 abrió un estudio. Su larga y sólida trayectoria como fotógrafo incluye más de un centenar de exposiciones, la presencia de sus obras en una veintena de museos de todo el mundo y, en los últimos años, una total entrega a la causa de la fotografía digital, tan temida por la fotografía oficial y que él contempla como la definitiva liberación del arte fotográfico de cualquier compromiso realista. "El tiempo de la fotografía testimonial ha terminado -explica-. Se desmorona una convención que no había sido analizada con rigor y que ocultaba que todas las fotografías son interpretativas. La fotografía digital es el fin del mito de la verdad fotográfica".
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