Familiar-Hilaridad
por Grace Quintanilla

Pienso que el recurso más legítimo que tiene un ser humano, aquel que lo hace ser quién es, es la capacidad de tomar decisiones. Pienso también que aquello que lo salva, lo mantiene estable, o lo lleva a la perdición, es su propia historia. De ahí la importancia de la autobiografía como un proceso de re-conocimiento de lo que nos hace ser únicos y comunes a la vez.

Siempre he intuido que la vida íntima de cada ser humano es una expresión concentrada de la vida humana. Hago lo que llaman "obra de autor" porque me resulta ante todo natural y cómodo. Hablar de temas ajenos a mi realidad personal nunca se me ha dado; las veces que lo he intentado, el trabajo resulta distante y superficial. En mi obra, más que enfocarme en lo anecdótico, utilizo la anécdota como punto de partida para reflexiones más profundas del mundo simbólico.

Por ejemplo, en el video de Mambo Queen, quería hacer un autorretrato que reflejara rasgos específicos de mi historia personal mezclada con aspectos más universales. Para este video me vestí con ropa de trabajo de mi mamá, que fue vedette en los años sesenta, y salí a bailar al ritmo de un mambo a distintas locaciones de la ciudad de Dundee, en Escocia, en donde en ese tiempo cursaba mi posgrado. En esa época yo formaba parte de un grupo de mujeres artistas y sentía que había que hablar del feminismo desde la feminidad, más no desde el hembrismo o la otredad, porque ponía en riesgo la aceptación de mi condición innegable de ser mujer.

De nuevo quise tocar el tema de la feminidad en otra de mis piezas, pero en esta ocasión bailada a un ritmo diferente, el de la melancolía. Tango para dormir nació de un sueño que tuve en el que caminaba con tacones en el piso de grava de mi casa. Recuerdo esa sensación frustrante y placentera a la vez, de no poder avanzar con la "gracia femenina" que dan los zapatos altos, pero sintiendo ese placer malsano del roce agresivo y dramático que rompe los tacones, diseñados para un piso distinto al de mi entorno entonces. Quería hablar de una infancia agridulce, por eso le pedí a mi madre y a mi tía que volvieran a cantar esa canción de cuna que de niña me provocaba una tristeza desmesurada. El tango es el fondo musical que trato de bailar en una especie de berrinche por la negación a resigname a las condiciones que la vida impone.

Vía láctea es una pieza sobre la resignación como un acto de contemplación sin juicio, sin la resistencia placentera y destructiva de Tango para dormir. Hice este video desde el lugar de la maternidad asumida como un ciclo impreso en mi condición de mujer.

Si busco el hilo conductor de mi trabajo de videoarte, me parece que sería la feminidad proyectada y ejercida desde un lugar de poder que como cualquier poder, puede usarse para bien o para mal. Siento que lo mejor que puedo hacer es hablar de la feminidad desde mi propia experiencia con matices personales y con otros que aplican a muchas mujeres: el acto infantil de usar ropa y zapatos de la madre, jugar a ser una estrella pop, apropiarse de los clichés de lo femenino,bailar, ser toda una reina, jugar a la casita de muñecas.

A un nivel más profundo, el acercamiento de género deja de ser importante en mi obra y los temas que mi trabajo toca se aplican a todos los seres humanos: la conformación de la identidad a través de ejercicios auto-reflexivos que nos dan una pista más sobre la condición humana.