"Daniel Weinstock" por Alejandro Castellote
Los personajes que pueblan la obra de Daniel Weinstock están tocados por un carácter mágico.
Podrían estar sacados de un viaje alucinógeno o pertenecer a ese universo surreal que aparece envuelto en un halo onírico en el cine de David Lynch, solo que son seres reales.
Su desasogante presencia convoca nuestros miedos mas irracionales, recuerdan la fragilidad de la razón, la proximidad de la locura.
Se incorporan unas manipulasiones a la imagen que acentúan aún más el carácter fantástico, y a veces grotesco, de los protagonistas de sus imágenes. La sutil referencia a Diane Arbus que flotaba en los primeros retratos en blanco y negro queda ahora desactivada tras las intervenciones expresionistas.
Más que a referencias fotográficas, sus personajes remiten al desdoblamiento de realidades que narraba Juan Rulfo en Pedro Paramo.
Weinstock atraviesa las ambiguas fronteras de la locura haciendo, desde el delirio y la ternura, un autoretrato a través de personajes prestados, quizás los mismos que yo fui alguna vez. Una forma de entender lo que se siente estar al otro lado.
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