Lo comprendo y deseo continuar (sexualidades emergentes) PDF
Escrito por Alejandro Malo   

 

'Eye Bar' Los Angeles, California, USA. 1982. © Pedro Meyer

 

La sexualidad se ha transformado, durante los últimos años, en algo parecido a un monitor de computadora: salió de la discreción de cubículos aislados para convertirse en una ventana omnipresente. En el ámbito religioso no han parado los escándalos sexuales, sin limitarse a la muy prominente jerarquía católica, afectan a todas las denominaciones con similar virulencia. En la SEC, entidad del gobierno estadounidense dedicada a supervisar entidades financieras, se ventiló que justo en la misma época que se desataba la crisis, sus empleados dedicaban mucho más esfuerzo y recursos a consumir pornografía que a poner orden en las instituciones que debían supervisar, y por los resultados actuales parecieran seguir ocupados en eso.

 

En lo que respecta a cada uno de nosotros, ¿quién no ha recibido una oferta de pastillas para mejorar su desempeño, implantes para cualquier rincón de su anatomía, o parejas exóticas listas para el viaje y el encuentro? Sin importar el género o preferencia, el mercado sexual no discrimina, y ofrece todo lo que alguien pudiera desear. Por eso, si lo pensamos detenidamente, también al igual que los monitores la sexualidad ha expandido su gama de colores. Desde un universo con vistas casi monocromáticas pasó a una paleta limitada, evidente en los seis colores de la bandera que representa la diversidad sexual, y a últimas fechas parecieran surgir por todos lados nuevas alternativas. Muy pronto estaremos rodeados de opciones tan variadas como una gama truecolor de 32 bits, con millones de matices donde escoger.

 

Pongamos un ejemplo: recién empezaron algunas personas a salir del closet de su bisexualidad cuando por un lado hubo quienes, con algo que simulaba mesura, se dijeron heteroflexibles, mientras otros, en plan de gula, se extendieron a pansexuales. Como si no bastara, a estos vinieron a criticarlos los polisexuales, e hicieron notar con actitud gourmet que no es lo mismo comer de todo, que comer muy variado, pero selecto y de manera ordenada. Y sin embargo, o gracias a esto, en muchas ciudades del mundo esto ha propiciado un ambiente de tolerancia cuyo efecto me parece positivo, aunque dista todavía de ser el común denominador.

 

Positivo, porque en un entorno donde lo material y lo virtual interactúan en nuestra vida diaria, es necesario entendernos sin prejuicios y reconocer que nuestras aspiraciones determinan tanto o más que nuestra biología quienes somos. Positivo, también, en la medida que nos hace posible aceptar nuestros apetitos e historias, y respetar los de los demás. Y positivo, finalmente, porque nos invita a asomarnos y reflexionar, de manera más inmediata que un reporte Kinsey, sobre aspectos y formas de la sexualidad que poco a poco se vuelven evidentes, gracias a la creciente capacidad para agrupar y documentar que permiten las nuevas tecnologías.

 

Démosle rienda suelta a nuestras inclinaciones vouyerísticas y sigamos, como adultos que somos, más allá de la advertencia de contenido para adultos, por la ruta del “lo comprendo y deseo continuar”. Acompáñenos a mirar y debatir sobre una muestra fotográfica de estas sexualidades emergentes. Siempre resultará reducida, pero esperamos que sirva de ventana hacia un universo cada vez más amplio, y de invitación a opinar sobre un tema que a todos nos resulta cercano e inagotable.

 

Alejandro Malo
Junio 2010

 
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