Internet nos obligará a reinventar los museos PDF
Escrito por Phillipe de Montebello   

La Vanguardia.es | 19 de marzo, 2009

 

montebello

 

 

"La contemplación del arte requiere paciencia; pasamos muy poco tiempo delante de las obras".

 

 

 

 

 

A finales del pasado mes y tras 31 años como director, Philippe de Montebello abandonó el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Atrás dejaba una trayectoria impecable, marcada por la excelencia y la calidad, y una institución que hoy es el modelo de referencia de los grandes museos del mundo. Montebello ofrecerá mañana la conferencia inaugural de la primera cátedra organizada por el Museo del Prado que analizará el presente y futuro de los museos.

 

"Una de las razones por las que dejé el cargo -explica Montebello- fue porque estoy convencido de que no soy la persona del mañana para el museo. Soy la persona de ayer y ahora es el momento de rehacer las cosas, de reinventar el modelo del Metropolitan".

 

 

¿Es el momento de las nuevas tecnologías, de internet?

 

Sí. Es el medio de comunicación de las nuevas generaciones. Y estamos obligados a comunicarnos con ellas en su lenguaje. No leen periódicos, leen las pantallas. Y esta tarea no la puede hacer alguien como yo, que nació antes de la Segunda Guerra Mundial. La posibilidad que ofrece Google Earth para contemplar determinadas obras del Prado es algo maravilloso. Puedes hacer un zoom que el ojo no consigue, ver hasta el mínimo detalle, pero lo que ves es falso, porque ni el artista ni el visitante pueden hacerlo. La tecnología ayuda, añade, inspira la visita, pero no la sustituye. La contemplación física es necesaria y el público lo sabe.

 

¿El Met sigue siendo el modelo a seguir?

 

Yo prefiero utilizar una óptica más amplia. He estudiado los grandes museos del mundo y cada uno tiene su papel y actúa de manera distinta para públicos diferentes. No existe un modelo que sirva para todos. El Met es un museo especial, verdaderamente enciclopédico, universal, que abarca 5,000 años de historia, muy distinto de la National Gallery de Londres o del Prado, que son pinacotecas centradas en el arte europeo, o de museos como el de Atenas o el Cairo, que tienen su foco en el arte de su país. Hay una ética que todos debemos seguir, basada en la excelencia, en la independencia de pensamiento, en la probidad.

 

¿Esa independencia es posible en museos nacionales como el Prado?

 

El Prado no está limitado como otros museos, que no voy a nombrar, que dependen de gobiernos y ministros que actúan directamente. Aquí existe un equilibrio muy sano.

 

¿Que herramientas ayudan a lograr la excelencia?

 

"La excelencia es algo abstracto. Un sentido permanente de superación. Hacer las cosas cada día mejor, no caer en la trampa de repetir las cosas, realizar una autocrítica. Se puede ser excelente en los propósitos, en la manera de actuar, en el arte mismo. Existe una jerarquía en la calidad de las obras, las hay muy buenas, buenas y mediocres, que no impide la excelencia y que debemos reconocer, porque no todo es igual."

 

¿Están condicionados los museos por el éxito de público?

 

"Nosotros servimos al público. La medida no es el número de personas que entran a un museo sino la calidad de la experiencia. Medir esa calidad es difícil pero no imposible. Se pueden observar sus reacciones, podemos saber si vuelve o si no es un visitante habitual. Si no quiere volver será una señal de que el museo ha hecho las cosas mal. El público no se confunde, es inteligente, no hay que despreciarle, siempre me sorprende por su finura e inteligencia".

 

¿Es bueno el excesivo protagonismo de algunos directores y conservadores?

 

No es bueno, es imprescindible, son los magos, el alma de un museo, todo viene de los conservadores, de su saber, de su ciencia, es la razón por la que casi todos los directores fueron en algún momento conservadores.

 

¿Hay diferencias entre un museo histórico y uno de arte contemporáneo?

"La diferencia está en las artes representadas. Si es realmente de arte contemporáneo, las obras no han pasado la prueba de la historia, no se pueden juzgar de la misma manera que otras antiguas cuya valía ha sido confirmada por muchas generaciones. Su actividad es una apuesta del presente y del futuro que obliga a tomar riesgos. En cierto sentido, un museo de arte contemporáneo es una contradicción, debería ser más una galería. Un museo vale para enraizar el arte y el arte contemporáneo es algo vivo. Se les llama museos porque son públicos, abiertos y tienen conservadores".

 

Se les ha criticado, en ocasiones, una excesiva interacción con el mercado.

 

Es la realidad, hay un mercado y los artistas comen, pagan su alquiler, venden sus obras y hay museos que las compran. Nada se hace en este mundo sin dinero. Creo que hablar de comercio como si fuera algo malo no es correcto.

 

¿Que piensa de la decisión tomada por el Prado con "Coloso"?

 

"Estamos obligados a presentar la verdad, no debemos mentir al público. El Prado ha mostrado su coraje al disminuir el valor simbólico de un cuadro tan famoso. Con esta acción mejora su reputación pública y refuerza la confianza del público sobre la veracidad de otras atribuciones".

 

¿Usted entiende el museo como depositario del conocimiento de siglos, pero normalmente el visitante se queda en los aspectos formales de las obras. ¿Cómo se puede mejorar la conciencia histórica?

 

"Las obras deben ser acompañadas de información que facilite su comprensión y disfrute. Es un error pensar que si el cartel que acompaña la obra es muy extenso la gente visita el museo solo leyendo y no mirando, no es verdad. La realidad es que si tiene poca información, el público echa una ojeada sobre el cuadro y se va. En cambio, si aprende algo nuevo pasa más tiempo contemplando la obra".

 

¿Qué museos prefiere, los grandes o los pequeños?

 

"En todas las cosas de la vida me gusta la variedad. Los museos son demasiado grandes sólo si se quieren visitar en un día. Cualquier museo más grande que el Lázaro Galdiano es demasiado grande para un día. Escuchar seguidas las nueve sinfonías de Beethoven sería una locura. La mejor manera de visitar un museo es escoger unas salas, verlas bien y regresar otro día para ver otras. La visita no puede ser un inventario. Es evidente que muchos visitantes de museos lo son de un día, por el hecho de que alguien venga de lejos no quiere decir que sea estúpido. Los madrileños pueden venir mucha veces al Prado".

 

¿Qué obras no deja de ver cada vez que viene al Prado?

 

"Cambian con cada visita, con mi estado de ánimo. El cuadro que me conmovió el último día mañana me puede dejar frío".

 

¿Cómo explicaría la experiencia de la contemplación del arte?

 

"Requiere tiempo y paciencia. Pasamos muy poco tiempo delante de la obra de arte. Hay que quedarse y esperar a que el cuadro nos hable porque la mayoría de las obras de arte no estallan su mensaje de una vez, lo comparten lentamente, es un diálogo silencioso, muy rico y profundo".

 

¿Se nos enseña a disfrutar del arte?

 

"No. Y es un trabajo que corresponde al museo, a los educadores. Los museos deberían facilitar un folleto que enseñara a mirar una obra de arte, cómo acercarse a ella y dejar que hable. En los museos la gente permanece demasiado lejos de los cuadros, hay que acercarse, sin tocarl las pinturas, para apreciar las pinceladas, los trazos, la materia. Sin prisa. En algunas conferencias parto de una imagen en blanco para ir componiendo la imagen de un cuadro, eligiendo, como hizo el autor, diferentes posibilidades en la composición, en las figuras, en su representación. Es algo que fascina a los asistentes".

 

¿En estos dos meses fuera del museo ha cambiado su manera de ver las cosas?

 

"Seguro que va a cambiar, no sé como, pero va a cambiar. Antes pasaba el día de reunión en reunión. Ahora tengo tiempo para pensar, para reflexionar".

 

 

 

La Vanguardia.es
Marzom, 2009

 

 


 

 

http://zonezero.com/magazine/articles/montebello/indexsp.php

 

 

 
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