Más allá de la Cámara. Primero tenemos que igualar la Visión Humana, luego rebasarla PDF
Escrito por Alexis Gerard   

 

Al afirmar “usted oprime el botón, nosotros hacemos lo demás”, George Eastman creó la industria fotográfica. Hoy en día, el futuro de esta industria depende del poder proporcionar a los usuarios un verdadero ojo sintético -un dispositivo de captura de imágenes que sea realmente comparable a la visión humana- que además cuente con todas las herramientas complementarias necesarias para la nueva era de la comunicación visual dominante.

 

Como sucesor de Eastman, Antonio Pérez, presidente de Kodak, broméo recientemente en un discurso: “Las cámaras digitales han sido como coches a caballo con un motor en lugar de un caballo” (o “análogos digitales de cámaras analógicas” como decimos en Future Image). Para ser justos, esto no es ninguna sorpresa: Como regla, una nueva tecnología comienza emulando a otra tecnología, y después la iguala. Solamente es más tarde que se desarrolla para convertirse en un medio aparte. Hay razones técnicas para esto: La nueva tecnología necesita desarrollarse para, primero alcanzar las capacidades básicas de desempeño, y luego el precio y el desempeño total de la tecnología anterior. También existen razones psicológicas. Los usuarios, y a menudo los que desarrollan el producto, aprenden gradualmente a pensar más allá de lo que la tecnología anterior había definido como “posible”.

 

Recientemente, un joven de unos veinte años me preguntó cómo era que su cámara digital producía imágenes borrosas con poca luz. Al ver sus fotos, le señalé que eran superiores a las que hubiera podido obtener con una cámara de película. Entonces me percaté de la irrelevancia de mi afirmación: Él ya no tenía la referencia de las cámaras de película, probablemente él nunca ha usado película. Él comparaba el desempeño de su cámara al único estándar que hoy en día tiene sentido: Su propio ojo.

 

El ojo, o mejor dicho, el sistema visual humano, es el estándar de desempeño que los diseñadores de cámaras digitales deben tener en mente para el futuro inmediato. Hay muchísimo trabajo que hacer sólo para igualarlo. Nuestras mejores cámaras no poseen nuestra capacidad para ver detalles finos (por lo tanto, no esperen que la carrera por una mayor resolución termine pronto), o para conservar el detalle en ambos extremos de una escena en alto contraste. Ni siquiera rivalizan con nuestra limitada capacidad de ver a color con poca luz. Con poco menos que una buena luz de día, las cámaras producen imágenes borrosas si no están completamente fijas o si el sujeto se mueve (estamos viendo progresos en la prevención de imágenes borrosas mediante el florecimiento de tecnologías anti-sacudida, pero en nada ayuda si el sujeto no se queda quieto).

Hay maneras menos obvias en que las cámaras no rivalizan con la visión humana: las cámaras no tienen visión periférica. No perciben ni registran profundidad, ni información de las dimensiones, y no registran, ni cercanamente, tantos “meta datos” como los que nosotros asociamos a nuestras memorias visuales.

 

Alcanzar estas capacidades es un reto inmenso. Pero al final, nos demos cuenta o no, los usuarios esperamos que nuestras cámaras sean tan buenas como nuestros ojos, y no estaremos satisfechos hasta obtenerlo.

 

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También es una gran oportunidad, porque en la nueva era del lenguaje de imágenes, la integridad de la información visual –lo bien que reproduzca nuestra percepción de la realidad, y la riqueza del contexto asociado con el quién, cómo, cuándo y por qué-, son lo que determina el valor de la información visual.

 

Esto es lo que señala la meta real para los ingenieros de captura de imagen: Aunque sobresaliente, el sistema visual humano está diseñado para que funcionemos y sobrevivamos en el mundo natural. No toma en cuenta la existencia de las computadoras, el Internet, la televisión, o de los artefactos e infraestructuras de una sociedad tecnológica. De hecho, no presuponen ninguna sociedad. Pero las maneras en que usamos –y las nuevas maneras en que queremos usar- las imágenes que capturamos dependen y estan muy influídas por todo esto. Y es ahí donde está el dinero.

 

Nos encontramos en una economía de la imagen en donde los consumibles históricos y el valor de servicio -que son también donde están los modelos primarios de capitalización de la industria- en gran medida se hallan ahora en la adquisición inicial de la cámara misma: de la película al sensor, de la impresión a la pantalla.

 

La receta para el éxito futuro se centra en el entendimiento de cómo los clientes quieren usar las imágenes después que las han capturado y comenzar, desde la etapa de captura, la optimización de sus usos subsecuentes, así como la captura misma. Para poder lograrlo, es necesario el generar meta-datos sofisticados (informacón sobre la imagen), basándose en una conciencia de la localización y en el análisis de la escena. Pero no es suficiente. Una sociedad con el usuario implica entender tanto sus intenciones como las limitaciones de sus sistemas; y también deben ser “a prueba de futuro”, con esto queremos decir:

 

Intención: ¿Qué es lo que el usuario trata de comunicar? ¿Su intención queda mejor servida por un solo cuadro o por una breve secuencia de movimiento? ¿Cómo pueden ser optimizados la composición, el enfoque y la iluminación para los propósitos del usuario? Estas capacidades, que en Future Image llamamos “elocuencia visual”, son actualmente campo exclusivo de los profesionales, tal como -hasta la aparición de la película en rollo y de los servicios de revelado e impresión- el campo entero de la fotografía solo era accesible para una pequeña minoría. Hoy en día, cualquiera puede operar una cámara sencilla con resultados satisfactorios. Es tiempo de incorporar ese siguiente nivel de capacidad profesional, la “elocuencia visual”, al proceso de captura.

 

Limitaciones de Sistema: ¿La imagen será mostrada en una televisión de alta definición de 60 pulgadas o en la pantalla de un teléfono celular? Si es esto último, no solo sería bueno crear una versión de baja resolución para su transmisión, sino que también sería recomendable el poder hacer un zoom o recortar, para que los elementos clave sean claramente visibles en una pantalla pequeña. O quizá debería generarse un archivo dinámico que haga paneos y zooms a lo largo de la imagen.

 

A prueba de Futuro: Uno de los hallazgos clave de la investigación de mi libro Going Visual (Tornándose Visual) es, que el ciclo de vida de las imágenes se extiende mucho después de su uso original y hacia usos que no son predecibles al momento de su captura. Resulta que una de las claves del “Santo Grial” de la industria de la imagen –la amplia reutilización de imágenes- es no solo la capacidad de encontrar una imagen cuando se necesita, sino la opción de hacer lo que se quiera con ella ahora, lo que puede ser muy distinto de lo que se quiera hacer entonces. Un año después, yo querré mostrar la misma imagen que envié a un teléfono celular en una televisión de alta definición de 60 pulgadas. Ah! ¿Y qué hay del tío Bob, que estaba un poco fuera de cuadro cuando tomé la foto? Ahora lo quiero dentro. La fotografía de película estaba encadenada desde su nacimiento a las disponibilidad de materiales físicos escasos, se trataba de editar el tiempo y el espacio en el momento de la captura. En contraste, en la era digital se trata de tenerlo todo y de editar para usos particualres al momento que ocurran.

 

Alexis Gerard

 

 

Alexis Gerard es co-autor de Going Visual (Tornándose Visual, John Wiley & Sons, 2005) y presidente y fundador de Future Image Inc, el centro independiente líder en asesoría enfocada a la convergencia de creación de imagen, tecnología y negocios, y organizadores de las conferencias para ejecutivos. Mobile Imaging Summit.

 

http://www.futureimage.com/

 


 

http://zonezero.com/magazine/articles/gerard/index.html

 

 

 
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